Carta abierta del ICRICT a los líderes del G20: ha llegado la hora de crear un registro global de activos para detectar la riqueza oculta.

Por los miembros de la ICRICT: José Antonio Ocampo (Presidente), Edmund Fitzgerald, Eva Joly, Gabriel Zucman, Jayati Ghosh, Joseph E. Stiglitz, Irene Ovonji-Odida, Kim S. Jacinto Henares, Léonce Ndikumana, Magdalena Sepúlveda Carmona, Rev. Suzanne Matale, Ricardo Martner, Thomas Piketty y Wayne Swan.

Desde el comienzo de la pandemia, los 10 hombres más ricos del mundo han duplicado sus fortunas, mientras que ha surgido un nuevo multimillonario cada 26 horas. Sin embargo, a menudo es imposible saber dónde está gran parte de esta riqueza, pues, mucha de esta se oculta a través de elaboradas estructuras para evitar el pago de impuestos o para esconder el dinero generado por la corrupción y las actividades ilegales. El caso de los oligarcas rusos habla por sí mismo. Según algunas estimaciones, poseen al menos 1 billón de dólares de riqueza en el extranjero, fortunas ocultas en empresas offshore cuya verdadera propiedad es difícil de determinar. Sobre este muro de opacidad tropiezan ahora los esfuerzos de los países que quieren sancionarlos.

Los paraísos fiscales dificultan la capacidad de los gobiernos para imponer sanciones, y esta incapacidad obstaculiza el estado de derecho internacional que permite la coexistencia de nuestros países. En todas partes, las poblaciones están agotadas tras dos años de pandemia de Covid-19 y sus dramáticas consecuencias económicas y sociales. La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha agravado este contexto, ya de por sí preocupante, con la subida de los precios de la energía y los alimentos, el retorno de la carrera armamentística y el temor a que el enfrentamiento sea aún más destructivo.

Como líderes de los países más importantes del planeta, ustedes tienen la responsabilidad de tomar decisiones urgentes para evitar que el mundo se deslice hacia el caos. Y también tienen una oportunidad de oro para hacerlo. La pandemia y la guerra de Ucrania mostraron la falta de resiliencia de nuestras economías, tanto las emergentes como las desarrolladas. También revelaron al mundo la magnitud de la desigualdad y de la riqueza oculta en paraísos fiscales por los más ricos de nuestras sociedades. Esta extrema concentración de la riqueza está socavando nuestros principios democráticos. Cuando algunos de esos ultrarricos utilizan su poder para evadir sus obligaciones fiscales, privan a los Estados de recursos preciosos y empobrecen al resto de la sociedad.

Obviamente, el problema no se limita a los multimillonarios rusos. Demasiada riqueza se oculta en paraísos fiscales, empleando cuentas bancarias, empresas y fideicomisos que pretenden mantener inidentificables a sus verdaderos beneficiarios. Las finanzas globales permiten que florezcan los abusos fiscales, la corrupción y el blanqueo de dinero. Estos flujos financieros ilícitos drenan recursos para el desarrollo sostenible.

La guerra en Ucrania demuestra que hay que atacar a los paraísos fiscales de frente y con urgencia, aplicando medidas de transparencia. Se trata de apuntar a todos los oligarcas, y a todas las formas de riqueza ocultas en jurisdicciones con altos niveles de opacidad financiera, con el objetivo de escapar la vigilancia de las autoridades fiscales y del público en general. Aunque se han producido algunos avances en los últimos años, como la introducción del intercambio multilateral y automático de información sobre cuentas financieras y los registros nacionales de beneficiarios reales, queda mucho por hacer para arreglar el sistema financiero internacional roto que actualmente está sesgado a favor de los ricos que no pagan los impuestos que les corresponden y de otros que quieren ocultar sus ganancias mal habidas. Lo que hemos hecho hasta ahora dista mucho de ser un verdadero mecanismo para rastrear, divulgar y revelar la riqueza en todas partes.  Queda un largo camino por recorrer para lograr incluso el mínimo de transparencia que se necesitaría para desalentar la evasión y elusión fiscal y las actividades ilícitas de los ultra-ricos, incluidos los oligarcas, pero sin limitarse a ellos.  

Ahora tenemos una oportunidad única de avanzar en la implantación de un Registro Global de Activos, para vincular todo tipo de activos, empresas y otras estructuras jurídicas, no al propietario legal, que a menudo es solamente una fachada, sino al beneficiario final, la persona que realmente los posee. Afortunadamente, no partimos de cero: a pesar de la magnitud de la riqueza oculta, la infraestructura de recopilación de datos existente incluye herramientas potencialmente potentes para la transparencia.

Es técnicamente posible. Lo que falta es la voluntad política de atajar de una vez por todas los paraísos fiscales y el secretismo, tanto onshore como offshore. La idea es sencilla, requiere la creación de una red que interconecte todos los registros nacionales de activos de todas las diferentes formas de riqueza que puede poseer un individuo donde ya existen, al tiempo que se anima a todos los países que aún no han creado registros de activos completos a hacerlo. ¿Qué tipo de activos? Además de los bienes inmuebles, las cuentas bancarias, las cajas de seguridad, los fideicomisos y otros tipos de estructuras legales, podrían incluirse los valores financieros, los criptoactivos, obras y colecciones de arte, joyas, yates, aviones, otros artículos de lujo, e incluso los activos intangibles, como la propiedad intelectual y las marcas comerciales. Es una información que puede recopilarse primero a nivel nacional, luego regional y después mundial. La planificación de la coordinación en el ámbito

de la Unión Europea podría allanar el camino mediante la creación de un Registro Europeo de Activos, como sugieren el Observatorio Fiscal Europeo y el Laboratorio Mundial de la Desigualdad.

Este registro global de activos es fundamental para romper el muro de opacidad que impide la aplicación no solamente de las leyes fiscales, sino también de las que intentan circunscribir una serie de actividades ilícitas.  Pero haría más: al proporcionar un recurso global centralizado que detallara quién posee, qué y dónde lo posee, esta herramienta proporcionaría un medio para registrar, medir y comprender la distribución de la riqueza global y, por tanto, daría a los gobiernos y a los ciudadanos un conocimiento profundo y detallado de la desigualdad global. 

En consecuencia, pedimos a los líderes del G-20, y a las partes interesadas, que convoquen una cumbre internacional urgente para abordar la riqueza extraterritorial, el papel tóxico de los paraísos fiscales y el secretismo, y que desarrollen y desplieguen un plan rápido para poner en marcha un Registro Global de Activos. No más excusas, no más pandemias, no más guerras para justificar la falta de acción.  Para preservar la democracia, tenemos que acabar ya con la espiral de desigualdades y reconstruir el contrato social.

 La carta fue publicada por el diario The Guardian

ICRICT